Los revisores, los pares científicos, en las publicaciones científicas son, sin duda, uno de los ejes vertebradores de la calidad y excelencia de las revistas. Podríamos decir con propiedad que autores y revisores conforman la columna vertebral para la difusión científica, siendo, en este caso, el papel de los editores el de mera intermediación para regular el proceso.

Toda revista de excelencia presume de sus revisores, cuenta con un plantel amplio y diversificado, diseña estrategias de motivación para una labor ardua y poco reconocida aun en el currículum investigador. Y, sobre todo, es responsabilidad de las revistas también conseguir que los mismos hagan sus labores revisoras sin muchas deserciones, sin retrasos de entrega en los tiempos marcados y, especialmente con un retorno de calidad, respetando siempre a los autores y valorando de la forma más objetiva los manuscritos que se evalúan.

Conseguir todas estas metas son permanentes aspiraciones de los editores que, con frecuencia, se quejan de las dificultades de contar más y mejores revisores, y de conseguir sus revisiones óptimas y diligentes. Quizás aquí nos encontremos con uno de los grandes retos de las revistas científicas para los próximos años y sea el elemento diferenciador de las publicaciones de alta excelencia de aquellas que solo pueden aspirar a ello porque sus cuadros de pares son escasos, poco diversificados, pero especialmente escasamente motivados, y de limitada cualificación.

Por ello, un reto clave hoy día en las revistas de calidad es dinamizar sus consejos de revisores internacionales, tanto en número como en calidad, renovando los equipos con diferentes estrategias de captación y motivación.

Son muchas las causas que explican que los revisores sean un problema principal de muchos editores. Su escaso reconocimiento curricular es quizás el más apelado, pero tampoco hay que olvidar la nula motivación para la tarea (los editores piden revisiones, pero ofrecen poco a cambio). En este contexto habría que incluir también la poca clarificación de la tarea (y no tarea) del revisor. ¿Qué ha de evaluar y qué no el par científico de un manuscrito?

En el variopinto repertorio de revistas encontramos de todo: revistas que solicitan que el revisor científico corrija la normativa APA, o las faltas de ortografía del trabajo, o que incluso se les pide con descaro que le pasen algún programa de plagio para saber si el trabajo tiene dosis de similaridad. Con rotundidad, estas no son tareas del revisor. Si asignamos esas labores a los revisores, es muy normal que la tasa de deserción crezca y crezca y, finalmente −y lo peor de todo−  no hagan la tarea exclusiva que solo ellos pueden hacer. La revisión ciega del manuscrito con una visión micro, que se centra exclusivamente en la valoración de la investigación −como objeto en sí−, sin que intervengan otras variables que sí tiene presente el editor, pero nunca el revisor: procedencia, autorías y coautorías, oportunidad temática, soporte institucional, tasa de plagio, así como la valoración global de todos los revisores en su conjunto.

En ‘Comunicar’ empleamos una ficha trabajada y depurada en nuestros 30 años de edición ininterrumpida basada en la baremación de la calidad científica del trabajo: novedad, originalidad, relevancia y transferencia, dejando al margen aspectos formales que competen a los editores o equipos técnicos adscritos.

Los revisores analizan profundamente el manuscrito, contrastando la información que se ofrece, revisando la literatura científica que justifica el documento e informando a los editores de forma cuantitativa y cualitativa sobre la conveniencia o no de aceptar el trabajo. La información evaluativa ha de ser razonada y cualitativa, acompañada también de una puntuación numérica, que ha de estar en sintonía con las observaciones redactadas y que sirve además como criterio de jerarquización de los trabajos presentados.

En concreto las dimensiones que ‘Comunicar’ contempla son:

01. Título y resumen (claridad y estructura)
02. Relevancia de la temática
03. Originalidad del trabajo
04. Revisión de la literatura
05. Estructura y organización artículo
06. Capacidad argumental
07. Redacción
08. Rigor metodológico
09. Instrumentos de investigación
10. Resultados de investigación
11. Avances
12. Discusión
13. Conclusiones
14. Citaciones (variedad y riqueza)
15. Referencias

En suma, contra con nuevos revisores, motivados, responsables, cualificados y puntuales en sus procesos es uno de los mejores signos de calidad de una revista porque la selección de los mejores trabajos, es el principio de la mayor visibilidad y el más alto impacto, medido no solo en citas sino también en trasferencia social.