Autor: Ignacio Aguaded

Las tareas −y no tareas− del revisor científico

Los revisores, los pares científicos, en las publicaciones científicas son, sin duda, uno de los ejes vertebradores de la calidad y excelencia de las revistas. Podríamos decir con propiedad que autores y revisores conforman la columna vertebral para la difusión científica, siendo, en este caso, el papel de los editores el de mera intermediación para regular el proceso.

Toda revista de excelencia presume de sus revisores, cuenta con un plantel amplio y diversificado, diseña estrategias de motivación para una labor ardua y poco reconocida aun en el currículum investigador. Y, sobre todo, es responsabilidad de las revistas también conseguir que los mismos hagan sus labores revisoras sin muchas deserciones, sin retrasos de entrega en los tiempos marcados y, especialmente con un retorno de calidad, respetando siempre a los autores y valorando de la forma más objetiva los manuscritos que se evalúan.

Conseguir todas estas metas son permanentes aspiraciones de los editores que, con frecuencia, se quejan de las dificultades de contar más y mejores revisores, y de conseguir sus revisiones óptimas y diligentes. Quizás aquí nos encontremos con uno de los grandes retos de las revistas científicas para los próximos años y sea el elemento diferenciador de las publicaciones de alta excelencia de aquellas que solo pueden aspirar a ello porque sus cuadros de pares son escasos, poco diversificados, pero especialmente escasamente motivados, y de limitada cualificación.

Por ello, un reto clave hoy día en las revistas de calidad es dinamizar sus consejos de revisores internacionales, tanto en número como en calidad, renovando los equipos con diferentes estrategias de captación y motivación.

Son muchas las causas que explican que los revisores sean un problema principal de muchos editores. Su escaso reconocimiento curricular es quizás el más apelado, pero tampoco hay que olvidar la nula motivación para la tarea (los editores piden revisiones, pero ofrecen poco a cambio). En este contexto habría que incluir también la poca clarificación de la tarea (y no tarea) del revisor. ¿Qué ha de evaluar y qué no el par científico de un manuscrito?

En el variopinto repertorio de revistas encontramos de todo: revistas que solicitan que el revisor científico corrija la normativa APA, o las faltas de ortografía del trabajo, o que incluso se les pide con descaro que le pasen algún programa de plagio para saber si el trabajo tiene dosis de similaridad. Con rotundidad, estas no son tareas del revisor. Si asignamos esas labores a los revisores, es muy normal que la tasa de deserción crezca y crezca y, finalmente −y lo peor de todo−  no hagan la tarea exclusiva que solo ellos pueden hacer. La revisión ciega del manuscrito con una visión micro, que se centra exclusivamente en la valoración de la investigación −como objeto en sí−, sin que intervengan otras variables que sí tiene presente el editor, pero nunca el revisor: procedencia, autorías y coautorías, oportunidad temática, soporte institucional, tasa de plagio, así como la valoración global de todos los revisores en su conjunto.

En ‘Comunicar’ empleamos una ficha trabajada y depurada en nuestros 30 años de edición ininterrumpida basada en la baremación de la calidad científica del trabajo: novedad, originalidad, relevancia y transferencia, dejando al margen aspectos formales que competen a los editores o equipos técnicos adscritos.

Los revisores analizan profundamente el manuscrito, contrastando la información que se ofrece, revisando la literatura científica que justifica el documento e informando a los editores de forma cuantitativa y cualitativa sobre la conveniencia o no de aceptar el trabajo. La información evaluativa ha de ser razonada y cualitativa, acompañada también de una puntuación numérica, que ha de estar en sintonía con las observaciones redactadas y que sirve además como criterio de jerarquización de los trabajos presentados.

En concreto las dimensiones que ‘Comunicar’ contempla son:

01. Título y resumen (claridad y estructura)
02. Relevancia de la temática
03. Originalidad del trabajo
04. Revisión de la literatura
05. Estructura y organización artículo
06. Capacidad argumental
07. Redacción
08. Rigor metodológico
09. Instrumentos de investigación
10. Resultados de investigación
11. Avances
12. Discusión
13. Conclusiones
14. Citaciones (variedad y riqueza)
15. Referencias

En suma, contra con nuevos revisores, motivados, responsables, cualificados y puntuales en sus procesos es uno de los mejores signos de calidad de una revista porque la selección de los mejores trabajos, es el principio de la mayor visibilidad y el más alto impacto, medido no solo en citas sino también en trasferencia social.

El Código Ético de la revista, faro de la transparencia y calidad

Toda revista de excelencia debe tener publicado un Código Ético que transparente, vele y regule las normas elementales de ética en la comunicación científica. Los principios generales están establecidos por COPE (organización sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es apoyar a los investigadores en la consecución de una publicación íntegra y responsable), a través de su Committee on Publication Ethics (http://publicationethics.org/resources/code-conduct), si bien su personalización y adaptación de cada contexto en este caso es deseable y necesario en cada revista

La integridad y ética académica en la producción científica es un principio básico en todas las fases del proceso investigador: desde la concepción inicial, a la publicación y difusión final. Por ello, es necesario recopilar en un documento las prácticas éticas esenciales para garantizar la publicación científica de calidad, en todas las fases y roles del proceso editorial (autores, revisores, editores, asociaciones, patrocinadores y fuentes financiadoras).

La ‘calidad’ de una revista: árbitros, pares y revisores como clave

El debate sobre la calidad de las revistas científicas está a la orden del día. ¿Cómo podemos definir su calidad y parámetros? Desde la publicación de las Declaraciones de DORA y Leiden, un importante sector de la comunidad científica ha sido reacio a aceptar la dominación absoluta del factor de impacto como medida única de la ‘calidad’ de una publicación científica, amparándose exclusivamente por los rankings editados por Web of Science y Scopus. Obviamente, ignorar estos rankings internacionales, reconocidos mundialmente para facilitar la visibilización de investigaciones con una altísima proyección, es un craso error. Los índices son un indicativo evidente de la calidad de una publicación científica y, frente a contadas excepciones, las revistas con alto impacto son las más prestigiosas, visibles y reconocidas a nivel mundial, pues son las que más acceso generan y más se leen (incluso las embargadas) por la comunidad científica.

Sin embargo, junto al facto de impacto que es una consecuencia de la calidad (y no una causa), hay otros elementos sustantivos que miden (o deberían medir con un mayor consenso) la calidad de las revistas: los parámetros de selección de los manuscritos (las tasas de aceptación y rechazo), los proceso de gestión (puntualidad, transparencia), las plataformas de visibilidad e impacto social (redes sociales comunes y científicas, espacios de cooperación)… pero, especialmente, hay uno que quisiera destacar en este post, que muchas veces pasa desapercibido y que, desde mi punto de vista, es eje neurálgico de la calidad de una revista: la revisiones de los pares.

¿Deben cobrar o no cobrar los revisores? El prestigio del árbitro científico

El papel de los revisores/as académicos en el ámbito de las publicaciones científicas se mueve aun en una profunda incertidumbre. La reivindicación para que esta figura se le reconozca su papel es sólida y adquiere cada vez más corpus y consenso.
Partiendo de la premisa de que la evaluación por pares −especialmente ciegos− es la base estructural en la que pivota la calidad de las publicaciones científicas de excelencia, la clarificación del protagonismo del revisor académico no debe estar en cuestión, sino que debe estar reconocido y prestigiado en todos los sistemas de evaluación que se precien.

Scientia

El debate, ya clásico, de si la revisión científica debe ser o no gratificada económicamente ha sido objeto de muchos debates y discusión de investigadores, sin encontrarse hasta ahora un consenso más o menos unánime en la comunidad científica.
La respuesta a esta simple pregunta requiere contextualizarla en un marco mucho más amplio, que supera la mera gratificación de siempre modestas aportaciones, cuando las hay, y que en ningún caso cubre la tarea, la responsabilidad, la formación y el prestigio previo requerido para acometerla.

Calls públicos de Revisores Científicos

Las revisiones científicas son la piedra angular de las “journals” de excelencia, justamente el elemento diferenciador máximo frente a las revistas ‘noveles’, ‘emergentes’ y, sobre todo, a las revistas ‘predators’. En todos estos casos, y por circunstancias muy diferentes, las revisiones no tienen calidad suficiente, los revisores no son prestigiosos o simplemente las revisiones son fuegos artificiales que no esconden más que un proceso falso, o cuando menos disimulado, de evaluación científica.

Frente a estos casos de revisiones deficientes, evaluadores simulados y procesos artificiosos, las revistas de calidad seleccionan a sus revisores con rigor, mantienen Consejos de Revisores significativos en número y calidad, con alta representatividad internacional, evitando a toda costa la endogamia, la evaluación no discriminatoria y aspirando siempre a seleccionar la mejor ciencia, esto es, los manuscritos, que en su campo científico representen lo más original, novedoso, significativo y relevante del ‘estado del arte’ actual.

En un post anterior, hemos referenciado la importancia de ‘la visibilidad y el reconocimiento del revisor’ (https://bit.ly/2OWH6NU) y la importancia de la existencia de ‘la página web del revisor’ (https://bit.ly/3vKQdSq) como elementos sustantivos para el afianzamiento de su figura clave en la calidad de las revistas de excelencia. En este post avanzamos en esta línea, incidiendo en la trascendencia para una revista científica de calidad el conformar Consejos amplios y selectivos, con los mejores investigadores en su campo, que revisen con rigor y que apoyen de forma decisoria en la selección, de forma anónima, de la mejor ciencia.

La activación de ‘calls por reviewers’ es un sistema no tan frecuente como necesario; en muchos casos, esta selección se realiza a discreción por parte de los editores, incluso a veces, entre investigadores conocidos, cercanos y con un cierto compromiso con la revista. Obviamente, este criterio selectivo aumenta la efectividad, pero ataca en la línea de flotación del modelo, ya que la endogamia puede aparecer por cualquier rincón y hundir un modelo de evaluación que hasta ahora se ha demostrado como ‘el menos malo’: el doble ciego, esto es, que los revisores no conozcan a los autores y viceversa, que los autores no puedan identificar quienes han revisado sus manuscritos.

Con las ‘convocatorias públicas de revisores’, activas y publicadas permanentemente en las revistas, garantizamos que la comunidad científica pueda colaborar, tanto en los habituales procesos de lectura y potencial autoría, como en los procesos de revisión.

Las postulaciones de los revisores garantizan trascender los círculos inmediatos de conocidos, yendo hacia una amplia red de investigadores que, en todo caso, han de cumplir unos requisitos selectivos, que serán más exigentes en la medida que la revista tenga unos estándares de calidad más altos.

‘Comunicar’ mantiene una sección específica para el Consejo Internacional de Revisores (https://bit.ly/3s8Wfdl) donde se informa de su composición (número, países) y se identifica a todos los miembros del Consejo. También en la misma web se ofrece la posibilidad de formar parte de este amplio equipo de casi un millar con una breve normativa para ser revisor en ‘Comunicar’ (https://bit.ly/2QmlyL3).

Este modelo selectivo es compatible con la selección de revisores a partir de los autores que publican en la revista, que también es un buen manantial de capación de revisores, pero que como única fuente impide abrir la revista a investigadores que no han entrado en el círculo de la publicación.

En suma, seleccionar y cuidar los mejores revisores, generando equipos amplios, diversificados y muy internacionales, al hilo de la ciencia global, es una marca de calidad distintiva de las revistas de excelencia y de las que aspiran a serlo.

La página web del revisor

Los revisores son la piedra angular de la calidad de una revista científica. Sin revisión rigurosa no hay avance de ciencia, esto es, originalidad, novedad, relevancia, transferencia y sistema.

Por mucho tiempo, los revisores no han tenido el papel que merecen y el reconocimiento que les corresponde ni en las revistas ni en los sistemas de evaluación de la ciencia: las primeras los han considerado como informes necesarios, pero a veces discordantes; los segundos no han sido capaces de percibir que los revisores son los “porteros” de la ciencia (gatekeepers), en tanto que de forma anónima y colegiada se encargan de discriminar la ciencia de calidad, valorando los “objetos” y no “sujetos” de la investigación y, por tanto, descubriendo la nueva ciencia de calidad, independientemente del lugar de donde proceda y de las etiquetas previas de los autores.

La visibilización y reconocimiento del revisor

Ser revisor científico de una publicación académica no es tarea fácil ni, hasta ahora, bien reconocida. En escasas revistas se gratifica esta tarea y en muchos países, incomprensiblemente, ni se reconoce curricularmente la loable y compleja tarea de examinar a fondo los resultados de las investigaciones para dilucidar su calidad y relevancia. En suma, de ser merecedora de publicidad y difusión por su alto grado de significatividad en el progreso de la ciencia.

Los revisores: piedra angular de una revista científica de calidad

Muchas veces, en los foros universitarios, se reflexiona y discute, a veces acaloradamente, sobre las revistas científicas, especialmente sobre su controvertida calidad. Es cierto que las indexaciones internacionales, con sus rankings famosos, especialmente JCR y Scopus, han clasificado a las publicaciones en función de su factor de impacto en cuartiles y percentiles, como si esta fuera la única manera de medir la “calidad” de una publicación. Sin duda, es este un concepto más amplio que abarca dimensiones vinculadas al proceso de gestión de manuscritos originales, novedosos y significativos, así como la visibilidad de los mismos.

Elección clave de revisores: Especialización con afinidad de intereses y disponibilidad responsable

Seleccionar adecuadamente a los revisores es todo un reto para el editor. La experiencia revela que la calidad de las revisiones está íntimamente relacionada con la implicación de los revisores y ésta depende de la afinidad entre la especialización del revisor y el tema del texto a revisar.

Una buena base de datos propia de revisores no se puede improvisar, se construye a medida que se consolida la comunidad de investigadores que considera la revista. El uso del software libre OJS[1] parece generalizado en la gestión de revisiones, entre otros sistemas. En OJS, solo el autor que realiza el envío deja un perfil creado en el sistema. Si ha firmado en coautoría, los otros autores no quedan registrados. Es conveniente, por tanto, una vez admitido el texto, solicitar al autor del envío que active su rol de revisor, si no lo hizo cuando creó su perfil como autor, y sugerir a los coautores que se den de alta como revisores indicando sus intereses investigadores. OJS permite vincular la búsqueda de revisores con bases de datos externas.

Nueva Escuela de Revisores

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