Ser revisor científico de una publicación académica no es tarea fácil ni, hasta ahora, bien reconocida. En escasas revistas se gratifica esta tarea y en muchos países, incomprensiblemente, ni se reconoce curricularmente la loable y compleja tarea de examinar a fondo los resultados de las investigaciones para dilucidar su calidad y relevancia. En suma, de ser merecedora de publicidad y difusión por su alto grado de significatividad en el progreso de la ciencia.

Sin duda, es una labor difícil que requiere un nivel de lectura en profundidad, unos conocimientos sobre la materia, la estructura y fin del artículo científico, que no todos los lectores y autores están capacitados… Se exigen, sin duda, especiales habilidades para ser un buen revisor, de modo que su reconocimiento debe ser una prioridad en cualquier comunidad científica y, obviamente, en cualquier publicación que se precie y aspire a la calidad y excelencia. Ellos son, como hemos indicado en otro post de esta Escuela de Revisores, la “piedra angular” que garantiza el prestigio de una publicación y, sobre todo, la base para el progreso científico.

Evitar la redundancia, el plagio, la endogamia, el localismo y el corporativismo… tienen su principal filtro en un Consejo de Revisores Internacional que vele por la objetividad, el rigor, la originalidad, todos ellos sinónimos de alta ciencia, que es la que genera el progreso de los pueblos, y es esa justamente la finalidad de una publicación científica de calidad.

El reconocimiento de los revisores científicos, su reputación académica… depende de diferentes sectores implicados. Por un lado, y parte esencial, los responsables políticos de la ciencia de un país o incluso de federaciones de países como la Unión Europea, reconociendo esta tarea como una actividad básica en la transferencia del conocimiento y traduciéndolo en su valoración en las acreditaciones profesionales, reconocimientos curriculares, asignación de proyectos… En España la valoración de este mérito en el diseño del nuevo “sexenio de trasferencia” parece que es una reivindicación tan directa como necesaria.

Ser los porteros (gatekeeper) de la ciencia es una labor apasionante, pero, como decíamos, dificultosa, compleja y de enorme responsabilidad. Somos los Editores y los revisores españoles los que hemos de exigir este reconocimiento; exigencia que ha de ser similar en otros países donde tampoco aún se valora la figura del revisor científico en revistas que necesariamente han de ser primer nivel internacional.

Por otra parte, la labor de reconocimiento del cuerpo de revisores de una publicación de calidad debe ser de la propia revista que ha de valorar y reconocer en su justa medida su tarea, motivándolos e incentivándolos, ya que su tarea, como apuntábamos, es la clave de la selección rigurosa de los trabajos, puesto que en las revistas de excelencia los manuscritos se seleccionan siempre por su “objeto” y nunca por los “sujetos”. Esta valoración anónima y objetiva es la mejor garantía de la selección de calidad, que, si bien tiene muchas aristas, también tiene nortes claros.

Los Editores han de valorar el trabajo de los revisores de múltiples formas. En primer lugar, manteniendo correspondencia constante y periódica con ellos como comunidad científica preferente; en segundo lugar, identificándolos en sus webs oficiales, evidentemente sin comprometer la evaluación ciega.

‘Comunicar’ cuenta con una sección específica en su web oficial para el Comité Internacional Revisores Científicos, destacando en ella el número de revisores y los países que lo componen, incluyendo el listado completo con sus nombres, fotografías, créditos universitarios e identificadores de visibilidad científica, tan importantes para su credibilidad, pero también para el prestigio de su institución.

Además, la revista cuenta con una Intranet Profesional donde cada revisor cuenta con su Espacio Personal, donde puede visibilizar sus revisiones realizadas, pendientes, rechazadas y caducadas, así como su perfil personal (sus tópicos de revisión, competencias idiomáticas, proyectos, tesis y publicaciones que son sus fortalezas), sus links de visibilidad científica… Adicionalmente, en este Espacio Personal único de cada revisor pueden emitirse de forma autónoma y en cualquier momento sus certificados de todas las revisiones realizadas en su histórico anual, algo esencial que genera una enorme carga de trabajo a los Editores. Hoy los sistemas informáticos nos permiten generar de forma automatizada y sin errores, incluyendo los títulos de los trabajos en una segunda página para que opcionalmente pueda emplear o no según el grado de confidencialidad deseado.

Los Editores han de incluir también en la Sección de la web oficial de los Revisores las recomendaciones, las llamadas “Indicaciones para los Revisores” en las que se establezcan con claridad cuál es objeto y procedimiento para la revisión científica, marcando con claridad la finalidad científica de la tarea e impidiendo que los revisores tengan que realizar tareas formales que competen al cuerpo técnico de la revista en un trabajo previo de filtrado (plagio, correcciones estilísticas, ajustes a las normas en cuanto a extensión, estilos…). Estas, como las fichas de revisión en sus diferentes formatos, han de ser públicas y estar al servicio no solo de los revisores, sino también de los autores que han de saber a ciencia cierta qué se valora y qué no en la revista a la que aspiran publicar, con la máxima transparencia y objetividad.

Finalmente, ‘Comunicar’, en su sección pública incluye listados completos de las revisiones realizadas por cada revisor por número y año, de manera que se puede comprobar el grado de profundidad del proceso. También en la sección de ‘Estadísticas’ se incluyen el número de revisiones nacionales e internacionales que se realizan por número, así como los países que colaboran en todo este proceso, que, como indicamos, es la columna vertebral de una publicación de excelencia y prestigio.