En el proceso editorial de cualquier revista científica en primer lugar se realiza una revisión de contenido para comprobar si el texto tiene la calidad suficiente para pasar a revisión por pares. Además, se constata que los autores hayan ajustado su manuscrito a las normas de la revista, es decir, si cumple con el número de palabras, si incluye los apartados básicos de un trabajo de estas características o, incluso, si han utilizado la plantilla que muchas revistas ofrecen para que presenten sus artículos.

Una vez sobrepasado este punto, el texto se manda a revisores ciegos. Como bien sabemos los revisores funcionan como sensores para detectar cualquier problema que presente el texto. Su trabajo más importante es centrarse en el contenido del texto, en su calidad y su rigor científico, pero también es necesario que apunten cualquier error ortotipográfico que puedan encontrar en el texto, de tal forma que, cuando llegue de nuevo al autor, pueda realizar los cambios correspondientes, tanto en contenido como en continente.

Qué hace un corrector de estilo

Si el autor realiza todos los cambios propuestos lo normal es que se acepte el artículo y continúe el proceso de edición. Es el momento del revisor de estilo. En este caso, personal del equipo de redacción de la revista repasará de manera profunda el texto, ya no tanto fijándose en el contenido sino centrándose en la forma del texto. El revisor de estilo no debe modificar el texto del autor. Su labor es marcar todas aquellas incoherencias, incongruencias, errores ortotipográficos o frases inconexas que puedan aparecer en el texto mediante comentarios al margen que se le harán llegar de nuevo al autor. En este trabajo de revisión de estilo tienen que existir unos protocolos dentro de las revistas para que todos sus revisores de estilo sigan las mismas normas, de tal forma, que no haya equívocos y malentendidos. Es decir, esa normativa tiene que ser común para todos ellos y, preferiblemente, basarse en la norma básica del país de publicación, en nuestro caso cumpliendo lo que aconseja la Real Academia de la Lengua.

El revisor de estilo debe mantener una comunicación fluida con el autor, de tal manera que el trabajo quede lo más pulido posible, antes de enviarlo al equipo de maquetación donde prepararán las primeras galeradas del trabajo que volverán a ser revisadas por el autor y por un corrector de galeradas.

Por tanto, la tarea del revisor de estilo ayuda a que un trabajo consiga una calidad superior dado que se corrige al detalle cualquier error que hubiera pasado desapercibido a autores, equipo editorial y revisores de manuscritos.