Esta entrada tiene la intención de enfocarse en el ejercicio de revisión como un acto de revalidación y reconfirmación del revisor de su propio conocimiento y experticia en una temática. Esto se ve desde el (re)conocimiento, trayectoria y reputación, hasta los supuestos que trae consigo el investigar sobre un tema específico y comenzar a ser un líder en lo investigado.

Los procesos por los cuales pasa una revista científica para elegirlo para un artículo pueden ser muchos y tienden a tener en cuenta una serie de cualidades esperadas para que se le considere un buen revisor. Adicionalmente, están las redes académicas, el voz a voz y las recomendaciones por otros pares evaluadores.

Detrás de esta decisión, está el darle ya una voz al revisor, un diálogo con el trabajo de otro investigador y se le confía su criterio, sus conceptos y su trayectoria en la retroalimentación, en beneficio de una publicación que va a estar o no en el universo de las publicaciones científicas. Es un equipo editorial quien lo eligió y quien lo considera experto.

Fuente: Riesenspatz, 2018.

El revisor elegido representa una fotografía de su trayectoria, su conocimiento y lo que representa para una temática específica en la disciplina a la que hace parte. Esto implica que una revisión que haga puede a la vez estar nutriendo y diversificando su conocimiento sobre la evolución o bifurcación de lo que está pasando sobre el tema del cual es experto, puede sumar a sus puntos de vista y puede también generar redes de conocimiento a futuro sobre lo que revisó.

Al experto se le facilita la revisión por la misma naturaleza de su experticia, pero eso no quiere decir que las sepa todas. En el ejercicio de la revisión puede que contraste ideas, teorías, hipótesis, etcétera, que tiene sobre lo que ha investigado. Si bien una revista de comunicación tiene que “brindar a sus lectores los hallazgos más recientes, amplios e importantes en el campo de los estudios de la comunicación, y esperan que los manuscritos sean contribuciones originales a esa investigación académica” (Zeta, 2020), el revisor, ante la contribución original, tendrá que, necesariamente, investigar, estudiar y contrastar su conocimiento con el del manuscrito que está evaluando.

Los conceptos del revisor, guiados por un formulario de revisión, son los que a la larga complementan y suman en la decisión de un equipo editorial en dar continuidad con la publicación de un manuscrito o rechazarlo bajo los términos encontrados en las distintas retroalimentaciones. Tener ese impacto con el trabajo de otro colega, se suma a la importancia que tiene el revisor como un agente activo en las publicaciones científicas.

Todos estos ejercicios recogidos significan a la vez una ganancia para el buen revisor, pues “pueden tener efectos formativos, mediante la retroalimentación para mejorar el desempeño, o sumativos, como parte de un proceso evaluativo formal” (Hernández et al., 2020, p. 632) y a la vez, “la posibilidad de desarrollo profesional (adquirir experiencia y desarrollar nuevas habilidades)” (Hernández et al., 2020, p. 648), pues es, también, una motivación que tienen, por lo menos, los revisores.

Para terminar, se debe recalcar el diálogo con los revisores y sus intereses temáticos. Existen casos que el éxito de un investigador en una temática particular hace que lo encasillen para la revisión para una temática y se desconozca que el crecimiento profesional-investigador-revisor lo hace susceptible a querer dejar de profundizar en unos temas para estudiar otros.