Los revisores son la piedra angular de la calidad de una revista científica. Sin revisión rigurosa no hay avance de ciencia, esto es, originalidad, novedad, relevancia, transferencia y sistema.

Por mucho tiempo, los revisores no han tenido el papel que merecen y el reconocimiento que les corresponde ni en las revistas ni en los sistemas de evaluación de la ciencia: las primeras los han considerado como informes necesarios, pero a veces discordantes; los segundos no han sido capaces de percibir que los revisores son los “porteros” de la ciencia (gatekeepers), en tanto que de forma anónima y colegiada se encargan de discriminar la ciencia de calidad, valorando los “objetos” y no “sujetos” de la investigación y, por tanto, descubriendo la nueva ciencia de calidad, independientemente del lugar de donde proceda y de las etiquetas previas de los autores.

Reconocer la labor de los revisores es, por tanto, hoy día una tarea inexcusable para que se discriminen las revistas científicas de prestigio (que evalúan de forma rigurosa), de las revistas “predator”. En estas últimas la evaluación ciega es un mero acto formal donde el objetivo no es otro que publicar lo máximo posible para el rendimiento económico de la empresa editora. También en las “megajournals” la revisión tiene escaso valor porque los trabajos no se valoran en la competitividad de unas tasas de aceptación/rechazo ajustadas y previamente marcadas.

Algunas revistas científicas han apostado, como estrategia editorial, por dar visibilidad a sus revisores para reconocer curricularmente su actividad científica de “lectura en profundidad” y por velar en la selección de la mejor ciencia de forma rigurosa y competitiva.

Así, los expertos conforman un Consejo Científico de revisores Internacionales, órgano colegiado y visible en la web oficial de la revista, con entidad y relevancia. En algunos casos como “Comunicar”, ese Consejo es una sección de la revista en paralelo al Consejo de Editores o al Consejo Científico, donde se visibiliza a los investigadores con sus universidades y su identificador Orcid, el repositorio Google Scholar, los portales de las dos grandes de bases de prestigio en revistas Publons y Scopus, y las dos grandes redes sociales científicas ResearchGate y Academia.edu.

Además, otro aspecto clave en esta labor de visibilidad y reconocimiento del Consejo de Revisores es ofrecer herramientas que permitan a los evaluadores simplificar, por un lado, su trabajo y, por otro, gratificar su labor. “Comunicar” cuenta con un Espacio Personal de Revisor/a, una aplicación informática “sui géneris” que les permite a todos visualizar el histórico de sus revisiones (manuscritos revisados, pendientes, cancelados o caducados), información personal con sus datos profesionales, proyectos, tesis y artículos recientes publicados que orienten sobre su especialización, tópicos de investigación, idiomas que domina… y, especialmente de interés para los pares, la emisión automática online de todo su historial de revisiones por períodos anuales, documentación clave para valorar su trabajo, y que con frecuencia se retarda en exceso en emitirse por parte de los editores.

Por otro lado, hay que avanzar en que esta visibilidad editorial se convierta en reconocimiento oficial en todos los países como una labor clave de transferencia del conocimiento porque los pares, no lo olvidemos, son la clave de la calidad de las publicaciones, entendida esta como la mejor ciencia publicada por relevancia, originalidad, novedad e impacto.