No existe un procedimiento único y homogéneo para completar la revisión de un envío, así que el formulario empleado por cada revista determinará la organización y exposición de los comentarios del revisor.

Es importante que la revisión esté estructurada en apartados claramente identificables por autores y revisores. Aunque cada revista emplee una rúbrica diferente, lo habitual es que aparezcan estructuradas en dos grandes bloques: el referido a la evaluación de aspectos formales, y el referido a la evaluación del contenido.

Con ligeras variaciones, los aspectos formales de un manuscrito se refieren básicamente a estos dos criterios:

  1. La estructura y el orden expositivo. Basta una lectura superficial para que cualquier editor y revisor experimentado detecte si el envío tiene la forma esperada en una comunicación científica. Ciertas partes como el título, el resumen y las palabras clave (en español y en inglés), la introducción o encuadre conceptual, el apartado metodológico, los bloques de resultados, discusión y conclusiones, así como las referencias bibliográficas, son estándares formales que debe cumplir todo artículo. Esto es aplicable a cualquier investigación científica, incluidos los ensayos, cuyo estilo más especulativo o teórico no impide la organización del contenido en similares epígrafes a los mencionados.
  1. La claridad y la corrección lingüísticas. Si bien cualquier texto debe estar escrito con corrección, en el caso de los artículos científicos se trata de una exigencia ineludible. La comunicación de los resultados de una investigación ha de hacerse con claridad, y aunque el lector previsible de este tipo de literatura sea un lector especializado, el autor debe preocuparse por redactar con limpieza y buscando una comprensión universal. No pocos envíos son devueltos porque en la revisión inicial se han detectado errores sintácticos, gramaticales y ortográficos (incluida la acentuación). Casi todos los procesadores de texto disponen de herramientas que permiten detectar y corregir este tipo de erratas, pero con relativa frecuencia los editores recibimos textos tan desaliñados que los errores formales son, en realidad, el espejo de una investigación igualmente poco rigurosa. 

En cuanto al contenido, lo primero que hay que decir es que, así como en el apartado de aspectos formales el consenso es fácil de alcanzar por la evidencia de los fallos, en la evaluación del contenido la discrepancia de juicios es bastante habitual. De hecho, son recurrentes los informes de revisión discrepantes que requieren de la intervención de un arbitraje determinante para la suerte de manuscrito. 

Pero ¿qué se valora en este apartado? De forma sintética, los formularios de revisión preguntan a los revisores sobre cuatro parámetros:

  1. Relevancia temática: las revistas pueden desestimar a priori algún envío por criterios editoriales relacionados con la adecuación del tema a los intereses de la revista, la actualidad de la investigación y el consiguiente impacto esperado según la agenda científica dominante. Es un criterio discrecional insalvable que, en ocasiones, frustra las expectativas de los autores.
  2. Originalidad y novedad del planteamiento y del enfoque. Está relacionado con lo anterior. Los autores tienen que reflexionar sobre este criterio, pues frecuentemente se reciben manuscritos que redundan en cuestiones ya estudiadas cuyo enfoque no aporta ninguna novedad, sino más bien la repetición de hallazgos previos y de lugares comunes en determinadas áreas de conocimiento. Una característica esencial de la investigación científica es el afán por descubrir, lo que debería traducirse en un prurito de audacia por parte de los autores a la hora de plantear sus trabajos. El potencial internacional e interdisciplinar de la investigación son aspectos que se deben tener en cuenta para el éxito de un artículo.
  3. Pertinencia y rigor de la metodología empleada. Aunque pueda parecer un elemento subjetivo, en realidad no lo es, pues la metodología debe ser congruente con los objetivos y las hipótesis de la investigación. También tiene que ser adecuada la técnica con la que se ha operado dicha metodología.
  4. Discusión y conclusiones. Este elemento es consecuencia de los tres anteriores, pues si el tema es relevante, si el planteamiento es original y la metodología es la adecuada, los resultados serán con seguridad novedosos y permitirán avanzar en ese campo de la ciencia. A fin de cuentas, esto es lo que busca un buen editor: contenidos relevantes que aporten conocimiento para la comunidad científica. En cuanto a la discusión, el autor debe demostrar el suficiente músculo intelectual para confrontar sus hallazgos con los de otros autores, y ser capaz de poner en claro el resultado de su trabajo. Esto supone conocer lo que otros han descubierto antes que él, y en la medida en que lo conoce, es capaz de expresar el significado de su aportación y de alcanzar conclusiones relevantes.

Estos son los criterios esenciales que estructuran una revisión. La forma de proceder, como se dijo al principio, viene determinada por el formulario de cada revista. Además, aunque cada revisor tiene su propio método, lo recomendable es comenzar con una lectura amplia que proporcione una idea general del trabajo evaluado. A continuación, tras la descarga del formulario de revisión, se hará una segunda lectura específica que permita evaluar cada apartado exigido por la revista; en este sentido, se recomienda a los revisores trabajar en el disco duro y después trasladar los comentarios al formulario en línea, pues algunas plataformas no autoarchivan y se puede perder todo el trabajo realizado.

En resumen, la partes que articulan una revisión van trenzando un discurso lógico y razonado que necesariamente cristalizará en una «recomendación». Aceptar, proponer cambios o desestimar un manuscrito supone una enorme responsabilidad para el revisor, pues a fin de cuentas estamos valorando el trabajo de nuestros pares, al igual que el nuestro también es evaluado. Se trata de una labor compleja, pero necesaria, que siempre debe estar presidida por el rigor, el respecto y el espíritu constructivo.