En la última década, el profesorado universitario ha podido constatar cómo ha aumentado de forma exponencial la carga de trabajo burocrática y administrativa. A la atención online a los estudiantes y a los diversos órganos de gestión universitaria, multiplicada exponencialmente en los tiempos de la crisis sanitaria por el coronavirus, se ha añadido una nueva tarea: la aceptación o rechazo de la revisión de artículos, que nos demandan los editores de las revistas científicas de comunicación.

El primer impulso, con frecuencia, es valorar esta petición como una nueva tarea que se acumula a las muchas que nos llegan cada día. La cultura de la evaluación, fuertemente arraigada en el mundo anglosajón, tiene todavía un breve recorrido en el contexto español y latinoamericano. Pocas veces somos conscientes que aceptar una revisión abre un amplio abanico de oportunidades. En primer lugar, realizar una revisión supone una oportunidad para conocer, de primera mano, una investigación inédita. La realización de revisiones, con cierta regularidad, nos permite conocer los temas que se están investigando, las estrategias metodológicas que desarrollan los investigadores para abordar los objetos de estudio, las fuentes bibliográficas y documentales de las que se sirven, cómo exponen los resultados de sus investigaciones, etc. De este modo, la aceptación de revisiones nos ayuda a crecer como investigadores, y nos ayuda a estar al día en lo que se está investigando en la actualidad.

Por otro lado, la realización de una revisión de artículo científico es un reto que pone a prueba nuestros conocimientos sobre el tema estudiado. La evaluación de un artículo científico, en ocasiones, puede poner en crisis el supuesto dominio de un tema, e incluso puede provocar que nos replanteemos algunas ideas, principios y creencias sobre la temática tratada. En este sentido, en un campo científico tan dinámico y cambiante como el de la comunicación, la revisión de artículos científicos es una oportunidad permanente para seguir aprendiendo.

En tercer lugar, en un contexto académico como el español, donde la promoción académica se ha convertido en una suerte de carrera de obstáculos en la que hay que acumular méritos de diferente naturaleza, desde hace unos pocos años es posible hacer valer nuestras revisiones de artículos, gracias a plataformas web como Publons (WoS) de Clarivate. Cada vez hay más universidades, agencias de calidad y administraciones educativas que han incluido las evaluaciones de artículos científicos como un mérito más de productividad, actividad que también certificamos los editores de las revistas científicas.

Finalmente, y quizás la razón más importante, cuando aceptamos la revisión de un artículo estamos ayudando a fortalecer el ecosistema de las revistas científicas en comunicación y a consolidar el propio campo científico de las ciencias de la comunicación. Debemos ser conscientes de que las áreas de conocimiento relacionadas con la comunicación tienen todavía una tradición científica muy corta, sobre todo si nos comparamos con otros campos científicos de las ciencias sociales y de las humanidades. En este sentido, la consolidación del ecosistema de las revistas científicas del campo de la comunicación depende del trabajo y de la generosidad de los compañeros y compañeras que aceptan realizar revisiones. Por todo ello, no podemos sino mostrar nuestro más sincero agradecimiento a los revisores, sin los cuales no existirían las revistas científicas.