El revisor científico nace con la publicación de su primer artículo de investigación. Es la primera puerta que se abre para ejercer como evaluador de un manuscrito; pero, es en el oficio, en el constante leer y ejercer un criterio, que nace la expertise de la evaluación. Mas, no solo basta con ser experto en un área temática, también se debe velar por la calidad del trabajo que se presenta, por la oportuna respuesta ante la solicitud hecha por las revistas, por el cumplimiento con los tiempos establecidos, por brindar soluciones y no cerrar las puertas ante la colaboración.

Esta oportunidad no solo se le abre al autor primerizo, sino a toda revista científica; todos sabemos lo difícil que es conseguir revisores que acepten oportunamente la evaluación y lo hagan con la calidad que se merece. Debemos recordar que todo autor que haya publicado en nuestra revista puede ser asignado como revisor, iniciando, claramente, por el eje temático de su artículo publicado.

También es cierto que hay que estar pendiente de los correos no deseados, porque muchas veces esas solicitudes llegan sin que uno se dé cuenta y puede que uno no acepte una revisión porque, por esto, no se enteró a tiempo. Y aquí se abre otra puerta: a veces el trabajo hace que no tengamos tiempo de aceptar dichas evaluaciones, así que está en nosotros dar una solución y, a su vez, la revista debe preguntar por nuevos posibles revisores. Este tipo de contribución y colaboración es fundamental porque desde las mismas relaciones entre pares se está reconociendo el trabajo y rigurosidad de la persona que estamos recomendando.

Ergo, es esencial que todo revisor tenga ciertas cualidades, como el cumplimiento en los tiempos de respuesta, la claridad en los comentarios y sugerencias, la adaptabilidad ante múltiples formularios y preguntas que tiene cada revista, redes de contacto, la rigurosidad en la investigación para contrastar lo que se está leyendo, entre otras. En cuanto al cumplimiento de los tiempos de respuesta, es importante indicar si se va a realizar o no la evaluación, esto es vital para el cumplimiento de los procesos de la revista: en la medida que al editor le indiquen su decisión, uno puede prever soluciones rápidas. Pero muchas veces, el inicio del proceso de revisión es el inicio de la constante incertidumbre acerca de si los tiempos se cumplirán o no.

En cuanto a los formularios que se deben diligenciar, es importante ser muy explícitos en las modificaciones y sugerencias que se están haciendo con la rigurosidad que se merece. Muchas veces, y lamentablemente, al momento de revisar lo que dijeron los evaluadores es menos lo que dicen, esto es un problema no solo para el editor, sino para el propio autor porque a menudo, en el anhelo de mejorar lo que uno escribe, no es mucho lo que se dice y el trabajo no puede mejorar sustancialmente.

Así mismo, el revisor es un gestor de constantes relaciones académicas y científicas, puede recomendar a un revisor desde sus redes de contacto, personas que están al nivel de realizar una evaluación rigurosa y que permita el avance científico. Recordemos que es por medio del criterio de un revisor que se puede optimizar la calidad del texto que está siendo evaluado o rechazar un manuscrito que puede ser mejorado para otra oportunidad de envío.

En ese sentido, el revisor debe ser recordado como esa piedra angular que permite la democratización de la ciencia y su labor es una fuente inagotable para entender que el mundo académico y científico debe estar abierto a todo el público, pues los revisores también son autores y lectores de innumerables artículos que están en acceso abierto. Esta comunidad y trabajo colectivo entre autores, revisores, editores, correctores y demás miembros lo que hace es garantizar la publicación de los mejores resultados de investigación, aquellos más relevantes y significativos para hacer avanzar el mundo académico-científico (Aguaded, 2021).