No existe un procedimiento único y homogéneo para completar la revisión de un envío, así que el formulario empleado por cada revista determinará la organización y exposición de los comentarios del revisor.
Es importante que la revisión esté estructurada en apartados claramente identificables por autores y revisores. Aunque cada revista emplee una rúbrica diferente, lo habitual es que aparezcan estructuradas en dos grandes bloques: el referido a la evaluación deaspectos formales, y el referido a la evaluación del contenido.
En la última década, el profesorado universitario ha podido constatar cómo ha aumentado de forma exponencial la carga de trabajo burocrática y administrativa. A la atención online a los estudiantes y a los diversos órganos de gestión universitaria, multiplicada exponencialmente en los tiempos de la crisis sanitaria por el coronavirus, se ha añadido una nueva tarea: la aceptación o rechazo de la revisión de artículos, que nos demandan los editores de las revistas científicas de comunicación.
Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa (Mahatma Gandhi)
La palabra reconocimiento (ser reconocido) en cuanto al experto en ciencia, puede ser un arma de doble filo: por un lado, de ella puede devenirse el egocentrismo de un agente académico (muchas veces nocivo para la ciencia) y por el otro, puede ser la garantía para encontrar ese par académico aportador, noble, perdido y necesitado en la publicación de artículos científicos.
Muchas veces, en los foros universitarios, se reflexiona y discute, a veces acaloradamente, sobre las revistas científicas, especialmente sobre su controvertida calidad. Es cierto que las indexaciones internacionales, con sus rankings famosos, especialmente JCR y Scopus, han clasificado a las publicaciones en función de su factor de impacto en cuartiles y percentiles, como si esta fuera la única manera de medir la “calidad” de una publicación. Sin duda, es este un concepto más amplio que abarca dimensiones vinculadas al proceso de gestión de manuscritos originales, novedosos y significativos, así como la visibilidad de los mismos.
Un criterio central de la solidez de una revista científica es la calidad empírica de sus artículos. Aunque esto parece innecesario decirlo, por resultar obvio, le verdad es que en el día a día del quehacer editorial este criterio puede desdibujarse con facilidad debido a condiciones mayoritariamente prácticas. Decimos que prácticas, pues, aunque el equipo editorial está siempre consciente de que el trabajo empírico representa la esencia de un artículo científico, los editores no somos y no podemos ser especialistas en cada uno de los modelos de tratamiento metodológico. Esta situación lleva implícita, entonces, que errores metodológicos de origen puedan ser pasados por alto en el proceso de edición; baste decir que en aparatos metodológicos basados en diseños cuantitativos complejos es fácil que los editores con conocimientos estadísticos no especializados podamos perder de vista errores que se diluyen entre tablas de frecuencia y gráficos coloreados.
Seleccionar adecuadamente a los revisores es todo un reto para el editor. La experiencia revela que la calidad de las revisiones está íntimamente relacionada con la implicación de los revisores y ésta depende de la afinidad entre la especialización del revisor y el tema del texto a revisar.
Una buena base de datos propia de revisores no se puede improvisar, se construye a medida que se consolida la comunidad de investigadores que considera la revista. El uso del software libre OJS[1] parece generalizado en la gestión de revisiones, entre otros sistemas. En OJS, solo el autor que realiza el envío deja un perfil creado en el sistema. Si ha firmado en coautoría, los otros autores no quedan registrados. Es conveniente, por tanto, una vez admitido el texto, solicitar al autor del envío que active su rol de revisor, si no lo hizo cuando creó su perfil como autor, y sugerir a los coautores que se den de alta como revisores indicando sus intereses investigadores. OJS permite vincular la búsqueda de revisores con bases de datos externas.
Una buena revisión es una reflexión sobre la pertinencia del tema estudiado, las hipótesis de partida y la metodología utilizada. Para esto, el revisor ha de ser una persona experta en el tema y que por tanto, dialogue con el autor sobre conceptos, enfoques, metodologías y referencias elegidas. Una buena revisión es una discusión dialogada con el autor, de tal manera, que en ese diálogo el autor pueda matizar afirmaciones, confirmar los datos y la información obtenida, reflexionar sobre las conclusiones. En definitiva, sacarle más partido a la investigación realizada.
Una buena revisión ayuda a transformar un manuscrito en artículo académico. Para escribir este post me inspiro en una revisión que hizo un colega la revista Journalism and Mass Communication Quarterly. La revisión tenía tal calidad que recibió la felicitación de los editores de la revista. Dicha revisión tenía más de 4.000 palabras y cuatro folios. Versaba sobre la segunda república española, especialidad de mi colega, y en ella dejaba claro que iba a juzgar los hechos, no las opiniones. Tras una evaluación de las premisas falsas sobre las que el autor apoyaba su investigación y la falta de originalidad, el revisor señalaba más de veinte imprecisiones sobre hechos históricos.