Un problema con el que suelen encontrarse quienes editan una revista es con la quejas constantes de los autores en relación a la forma en que los revisores formulan sus dictaminaciones, y, algunas veces, suelen ser quejas y molestias bien fundadas. No habrá sido la primera ni será la última vez, apostamos, en que quienes estamos leyendo esta entrada hemos intervenido y hecho de mediadores, más allá de lo que dictaría la norma práctica, pidiendo a algunos evaluadores mesurar sus comentarios, hacer un uso menos violento de los adjetivos y, muchas otras veces, incluso, señalando que en el fondo pueda existir un ataque ad hominen (aunque todo sea a doble ciego) en el proceso de dictaminación.
Categoría: Revisión científica Página 2 de 4
Cuando recibimos un artículo para que lo revisemos, la tendencia inicial es céntranos en metodología, instrumentos empleados en la investigación y contenido en general del artículo. Nos centramos en la revisión de contenido y, con frecuencia, los aspectos formales se dejan en un segundo plano. No es, desde luego, una práctica recomendable, puesto que la revisión de aspectos formales es imprescindible y jamás se podrá publicar un artículo que no se adecúe a estos requisitos formales.
Los aspectos formales a tener en cuenta son amplios y variados. Además, van a depender de cada revista, ya que cada una establece sus propias normas de estilo e instrucciones para autores.
En los últimos años se constata un incremento de todo tipo de ilustraciones en las revistas científicas. Habitualmente estas publicaciones no han valorado en su justa medida estas figuras que han funcionado como elementos secundarios subordinados al texto. Esta circunstancia ha encontrado su justificación en el hecho de que este material gráfico no se ha considerado como un elemento con su propia retórica y lenguaje.
En este sentido, es frecuente encontrar en las fichas que se proporcionan a los revisores ítems como “¿Hay un apoyo en tablas y gráficos para sintetizar y representar información?”. Desde esta perspectiva las ilustraciones cuentan con una funcionalidad que no va más allá de la repetición de lo ya expresado en el cuerpo de texto del artículo.
Continuamos con el segundo post de la serie sobre ética de la revisión, de la mano de COPE.
¿Qué se espera de quien revisa textos científicos? ¿Cuál es la expectativa que se genera en el equipo de edición de la revista? ¿Qué actuaciones resultan imprescindibles? ¿Qué acuerdos tácitos podemos visibilizar?
COPE (Committee on Publication Ethics) tiene una serie de recomendaciones que debería conocer cualquier persona que sea contactada para revisar. Estas son:
– responder en un plazo razonable, primero a la petición de revisión para decir si se acepta o no. Luego, en el plazo propuesto para el envío del informe.
– poner en conocimiento de quien edita la revista si no se tienen los conocimientos necesarios para llevar a cabo la revisión o si se puede evaluar sólo una parte del manuscrito, indicando claramente las áreas en las que sí se podría actuar. Muchas revistas añaden un texto de conformidad donde se pueden indicar estas circunstancias, al contestar al email de petición.
Las revisiones científicas son la piedra angular de las “journals” de excelencia, justamente el elemento diferenciador máximo frente a las revistas ‘noveles’, ‘emergentes’ y, sobre todo, a las revistas ‘predators’. En todos estos casos, y por circunstancias muy diferentes, las revisiones no tienen calidad suficiente, los revisores no son prestigiosos o simplemente las revisiones son fuegos artificiales que no esconden más que un proceso falso, o cuando menos disimulado, de evaluación científica.
Frente a estos casos de revisiones deficientes, evaluadores simulados y procesos artificiosos, las revistas de calidad seleccionan a sus revisores con rigor, mantienen Consejos de Revisores significativos en número y calidad, con alta representatividad internacional, evitando a toda costa la endogamia, la evaluación no discriminatoria y aspirando siempre a seleccionar la mejor ciencia, esto es, los manuscritos, que en su campo científico representen lo más original, novedoso, significativo y relevante del ‘estado del arte’ actual.
En un post anterior, hemos referenciado la importancia de ‘la visibilidad y el reconocimiento del revisor’ (https://bit.ly/2OWH6NU) y la importancia de la existencia de ‘la página web del revisor’ (https://bit.ly/3vKQdSq) como elementos sustantivos para el afianzamiento de su figura clave en la calidad de las revistas de excelencia. En este post avanzamos en esta línea, incidiendo en la trascendencia para una revista científica de calidad el conformar Consejos amplios y selectivos, con los mejores investigadores en su campo, que revisen con rigor y que apoyen de forma decisoria en la selección, de forma anónima, de la mejor ciencia.
La activación de ‘calls por reviewers’ es un sistema no tan frecuente como necesario; en muchos casos, esta selección se realiza a discreción por parte de los editores, incluso a veces, entre investigadores conocidos, cercanos y con un cierto compromiso con la revista. Obviamente, este criterio selectivo aumenta la efectividad, pero ataca en la línea de flotación del modelo, ya que la endogamia puede aparecer por cualquier rincón y hundir un modelo de evaluación que hasta ahora se ha demostrado como ‘el menos malo’: el doble ciego, esto es, que los revisores no conozcan a los autores y viceversa, que los autores no puedan identificar quienes han revisado sus manuscritos.
Con las ‘convocatorias públicas de revisores’, activas y publicadas permanentemente en las revistas, garantizamos que la comunidad científica pueda colaborar, tanto en los habituales procesos de lectura y potencial autoría, como en los procesos de revisión.
Las postulaciones de los revisores garantizan trascender los círculos inmediatos de conocidos, yendo hacia una amplia red de investigadores que, en todo caso, han de cumplir unos requisitos selectivos, que serán más exigentes en la medida que la revista tenga unos estándares de calidad más altos.
‘Comunicar’ mantiene una sección específica para el Consejo Internacional de Revisores (https://bit.ly/3s8Wfdl) donde se informa de su composición (número, países) y se identifica a todos los miembros del Consejo. También en la misma web se ofrece la posibilidad de formar parte de este amplio equipo de casi un millar con una breve normativa para ser revisor en ‘Comunicar’ (https://bit.ly/2QmlyL3).
Este modelo selectivo es compatible con la selección de revisores a partir de los autores que publican en la revista, que también es un buen manantial de capación de revisores, pero que como única fuente impide abrir la revista a investigadores que no han entrado en el círculo de la publicación.
En suma, seleccionar y cuidar los mejores revisores, generando equipos amplios, diversificados y muy internacionales, al hilo de la ciencia global, es una marca de calidad distintiva de las revistas de excelencia y de las que aspiran a serlo.
La gestión del tiempo se ha convertido en un serio problema para todos nosotros, para los editores y editoras de las revistas, para los investigadores que realizan las revisiones y, muy especialmente, para las autoras y autores que desarrollan las investigaciones y aspiran a publicar sus trabajos lo antes posible.
Los revisores son la piedra angular de la calidad de una revista científica. Sin revisión rigurosa no hay avance de ciencia, esto es, originalidad, novedad, relevancia, transferencia y sistema.
Por mucho tiempo, los revisores no han tenido el papel que merecen y el reconocimiento que les corresponde ni en las revistas ni en los sistemas de evaluación de la ciencia: las primeras los han considerado como informes necesarios, pero a veces discordantes; los segundos no han sido capaces de percibir que los revisores son los “porteros” de la ciencia (gatekeepers), en tanto que de forma anónima y colegiada se encargan de discriminar la ciencia de calidad, valorando los “objetos” y no “sujetos” de la investigación y, por tanto, descubriendo la nueva ciencia de calidad, independientemente del lugar de donde proceda y de las etiquetas previas de los autores.
Esta entrada tiene la intención de enfocarse en el ejercicio de revisión como un acto de revalidación y reconfirmación del revisor de su propio conocimiento y experticia en una temática. Esto se ve desde el (re)conocimiento, trayectoria y reputación, hasta los supuestos que trae consigo el investigar sobre un tema específico y comenzar a ser un líder en lo investigado.
Los procesos por los cuales pasa una revista científica para elegirlo para un artículo pueden ser muchos y tienden a tener en cuenta una serie de cualidades esperadas para que se le considere un buen revisor. Adicionalmente, están las redes académicas, el voz a voz y las recomendaciones por otros pares evaluadores.
Es justo y necesario repensar el proceso de edición desde la perspectiva de genero. Un punto de partida son los datos que muestran las desigualdades sufridas por las mujeres investigadores en su desempeño por conseguir publicar sus trabajos en las mismas condiciones que sus colegas masculinos. Lo que constituye un elemento clave en las evaluaciones de las carreras científicas es evidenciar la carrera investigadora como una trayectoria continua e ininterrumpida, lo que responde a una visión masculina de la vida profesional, perjudicando a las carreras de las mujeres, a menudo condicionadas por responsabilidades familiares.
Los revisores brindan un importante apoyo a los editores de una publicación científica. Al esforzarse por realizar informes completos y de calidad, su trabajo repercute en que el equipo editorial pueda tomar decisiones pertinentes en cuanto al mérito científico de una contribución. El trabajo del revisor par, entonces, forma parte del rigor que caracteriza al proceso científico e impacta directamente en la relevancia, originalidad y actualidad de lo que se selecciona y publica. Pocos recordamos, sin embargo, cómo fue que abordamos por primera vez dicho trabajo. Si se encuentra ante una primera experiencia de evaluación, es probable que las siguientes orientaciones le sean de utilidad.
Ser seleccionado como revisor refleja que el equipo editorial, o bien los pares que lo recomendaron, reconocen que tiene una experiencia particular en el ámbito del estudio que dio vida al artículo. Por la misma razón, se confía en que cada una de sus apreciaciones será fundamentada y constructiva, además de actual. Sugerimos, en ese sentido, entregar la mayor información posible a los autores y editores, pues cada informe de evaluación, con independencia de su veredicto, constituye un espacio de mejora de la contribución científica de los postulantes. En esa misma línea, al momento de evaluar es importante intentar suspender nuestro “Yo”, así como nuestras expectativas, en el entendido que prestamos un servicio a una revista en particular y a su política editorial.